Cuidado con el odio, es perjudicial para tu mente, tu cuerpo y tu espíritu.
Me llama la atención que tantas personas afirman: “nunca haber sentido odio”, es una forma de negar una emoción muy frecuente, pero muy poco reconocida pues se confunde, o camufla, con muchas otras emociones, como la ira o el rencor.
El diccionario define la palabra odio como una emoción de profunda antipatía, rencor, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, o cosa, así como el deseo de evitar, limitar o destruir el objeto odiado.
En el psicoanálisis, Sigmund Freud define el odio como un estado del yo, que desea destruir la fuente de su infelicidad. Aunque el odio es una emoción natural, perjudica la salud física y mental, altera tu estado de ánimo, y genera estrés, ansiedad y depresión.
La capacidad de odiar es una característica humana, de raíces profundas, porque el odio se puede producir por varios motivos como, por ejemplo, un disgusto, aversión, rencor.
El odio es persistente, es decir, la persona que odia vive en el odio, desea venganza, y ha elaborado la rabia de tres formas: quiere destruir, hacer sufrir y controlar a los demás. ¿Por qué? Porque está legitimado por un discurso que es: que a él se le hizo sufrir y eso, al parecer, le da motivos para destruir, o para hacer sufrir a los demás.
La ira y el odio liberan sustancias como adrenalina, cortisol, mientras más tiempo en el organismo más daño sufre el sistema inmune y el organismo es más susceptible a enfermarse.
Sentir odio durante un tiempo prolongado provoca, también, la aparición de problemas psicológicos, tales como estrés, ansiedad, insomnio, pensamientos obsesivos y problemas de agresividad.
Aquellas personas que viven con odio, y en ocasiones también con rencor, no son capaces de sentirse en paz y con tranquilidad. En ocasiones, consideran que las consecuencias producidas en el ser odiado generan justicia, pero esto es un error, porque el mayor daño se genera sobre quien odia.
A pesar de que en ocasiones la persona que odia cree tener alguna razón para hacerlo, la realidad es que el daño que le genera el haberse sentido engañado, acusado o abandonado es la causa que despierta ese odio tan fuerte.
Cuando alguien odia, se produce un desgaste excesivo de energía e impide a la persona pensar fríamente-
Las emociones las resiente el estómago. La tensión nos provoca un nudo o vacío ante la frustración que se somatiza o refleja en una enfermedad, hasta el grado de desarrollar una úlcera de estómago.
El odio hacia una persona puede generar, además, estrés y problemas cardíacos.
Cuando sentimos algo negativo hacia una persona, el cuerpo entra en una lucha, esto genera cambios como el aumento de la presión sanguínea; surge la ira y el sistema inflamatorio responde a la amenaza.
Aunque en el momento no sientas cambios físicos o síntomas en tu cuerpo, si se continúa alimentando el rencor el cuerpo estalla afectando gravemente tu salud y, tarde o temprano, pasará la factura.
¿Por qué surge el odio?
El odio puede surgir por distintos motivos, algunos de los más comunes son:
– Cuando tienes baja autoestima o sentimientos de inferioridad y envidias lo que otros tienen, es posible que se acabe por generar cierto sentimiento de repulsión u odio.
– Cuando sientes que alguien es responsable o culpable de alguna situación negativa que hayas podido experimentar.
– Tras una ruptura en una relación, muerte de un ser querido, etc.
Algunas pautas a seguir:
- Aprender a interpretar lo sucedido de una manera distinta, más racional y relativizar la importancia de lo ocurrido ayuda a disminuirlo.
- Generar mayor tolerancia hacia los actos o palabras de los otros y trabajar los pensamientos o ideas negativas, ayudará a desarrollar sentimientos más adaptativos.
De ahí la importancia de sanarse emocionalmente para poder disfrutar de la vida plenamente.
Recuerda es mejor evolucionar que quedarte donde estás.
Un abrazo de luz.
Catica
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